Nos encontramos en temporada navideña. Durante épocas especiales como esta se tiene la costumbre de dar y recibir regalos. Seguramente para tu cumpleaños, o para cuando has alcanzado algún logro, habrás recibido algunos de parte de personas que te quieren. Cuando alguien viene a ti con un obsequio, ¿cuánto pagas por lo que le dan? ¡Por supuesto que nada! ¿Por qué? Pues porque no compraste el regalo, sino la persona que te lo da. Eso se llama “gracia”. Ahora bien, ¿qué tienes que hacer para que ese regalo sea tuyo? ¿Pagárselo? ¡Claro que no! Lo único que haces es aceptarlo con aprecio. Eso se llama “gratitud”.
Hago estas preguntas porque ayudan a entender que esta Navidad puedes recibir el mejor de los regalos: LA VIDA ETERNA. Sí, como lo lees, la vida eterna es un regalo que Dios ofrece. Permíteme explicarte: La Biblia dice que todos los seres humanos somos pecadores. Como tales, nunca alcanzaríamos la gloria de Dios (Romanos 3:23). Pero Dios ama al pecador, y sabiendo que no podríamos salvarnos a nosotros mismos, envió a su Hijo a nacer en este mundo para que muriera en una cruz y después resucitara de entre los muertos. Fue así como Jesús pagó por todos nuestros pecados (1 Pedro 2:24). Nosotros no pagamos nada, sino Cristo lo pagó todo para ofrecerlo hoy como un regalo.
A propósito de lo que significa recibir un regalo, ¿cómo es que podemos recibir el regalo de la salvación? Pues aceptando a Jesucristo como Salvador personal, creyendo que lo que nos lleva al Cielo no es lo que nosotros hagamos, sino lo que Cristo ya hizo en la cruz. Él dijo: “El que cree en Mí, TIENE vida eterna.” (Juan 6:47).
Me gustaría invitarte a que compartas tú también con otros acerca del regalo de la vida eterna. Y si nos encontramos con alguien que ya ha recibido este regalo, compartamos entonces otros consejos bíblicos de cómo llevar una vida de gratitud que agrade a Dios. Anunciemos y recordemos a todos que esta Navidad, como siempre, Jesucristo ofrece un regalo: LA VIDA ETERNA. Él no está esperando que le digamos: “¿Cuánto te debo?” (Romanos 11:6, Gálatas 2:21). Mas bien, agradezcámosle con fe: “Señor Jesús, gracias por pagar la condena por mis pecados, ¡Tú eres mi Salvador!”
Recibe también de parte de mi familia nuestra oración por muchas felicidades para ti y los tuyos en esta Navidad junto con un gran abrazo…