¿Sobre qué habré estado edificando?
Porque no quiero caer…
Por un lado, empapa, cual lluvia,
hasta lo que uno menos se imagina.
Por el otro, adversarios intentan anegar lo que se edifica.
Por si fuera poco, vientos tras vientos abaten
mientras los golpes parecen no acabar de zumbar.
Con todo, tal vez la apariencia no justifica
que alguien juzgue si es, o no es, grande la ruina.
A todos nos pasa, en algún momento, en algún lugar.
Y aunque todos oyen, algunos hacen, pero otros deshacen.
Por eso pujo porque se manifieste
si al menos intenté hacer lo que antes intenté oír.
Quién tenga autoridad para decirlo,
que me lo diga ante quien corresponda:
“¡Eres un cualquiera…!”
En remembranza de aquella madrugada del 3 de febrero del 2003, basado en S. Mateo 7.24-27
Hermoso