¡Vaya conferencia!
«Gran Comisión Latino América» organizó la semana pasada una conferencia donde, basados en Lucas 12.30-31, ¡se nos pidió todo!
Como es obvio, cada uno de nosotros los más de dos mil participantes (procedentes de toda Centro América) llegó allí con sus necesidades y retos particulares, y los temas sin duda provocaron un momento para que en una cosa u otra todos permitiéramos un crecimiento en nuestras convicciones, en nuestras actitudes o en nuestras acciones. Agradecido con cada uno de los ocho conferencistas, me anima mucho la bondad de Dios al haber usado en mi vida, de una manera que yo lo necesitaba, a los mensajeros de Su Palabra. Todos, y particularmente tres mensajes, contribuyeron a que yo hiciera estas decisiones:
- Buscar diligentemente nuevas y creativas maneras de servir a Dios con pasión en el lugar donde Él me tiene. Sí, nuevas maneras.
- Practicar tales novedades con determinación puesto que Dios mismo estimula nuestra «adrenalina espiritual».
- Favorecer «con todo» también a mi prójimo, pues a fin de cuentas hacerlo así es la continuación de amar a Dios.
Así, «pasta a pasta» (como dicen en mi pueblo), ¿verdad que no existe una razón por la cual no esforzarnos en la gracia de Dios, y permanecer por lo tanto animados con el ministerio que por misericordia tenemos?
Uno de los expositores mencionó algo así como que si tan solo uno de nosotros se apropia de un principio de los que fueron presentados, éste vendría a hacer la gran diferencia en honor a Dios en medio de todos nosotros en el movimiento de iglesias al cual pertenecemos. Me uno a la expectativa del expositor creyendo que no será uno, sino muchos, los que permitiremos una revolución «sin término medio».