Una recompensa para el verdadero discípulo:
El Padre le honrará.
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.”
Juan 12:26
¡Qué mejor satisfacción, qué mejor promesa, qué mejor recompensa, que saber que hemos sido aceptados en el servicio al Rey de Reyes y Señor de Señores! Si Él nos honra, ¿qué mayor gozo habrá sino reconocer que toda, absolutamente toda, la gloria es para Él?