La canícula, o las canículas son los días del año donde la temperatura alcanza niveles insoportables de calor. Suelen ocurrir como un lapsus entre largos períodos lluviosos. Mis antepasados en Comayagua alistaban su almanaque para anotar las «predicciones» climáticas que llegaban con el año nuevo, las que las abuelitas judías llamaban cabañuelas. A esa cuenta, aún hoy muchos campesinos y agricultores sostienen que los primeros doce días del año nuevo predicen como estará el clima en el mes correspondiente; decían que los siguientes doce lo confirman, y los siguientes 12 «medios días» de los seis días restantes de Enero los re-confirman: Si está fresco el 2, el 14 y la tarde del 25 de enero, agradable estará en febrero; si hace mucho calor el 4; la canícula será en abril; si llueve el 9, cuidado con «las llenas» en septiembre…
Pues aquí en San Pedro Sula este 2008 empezó lloviendo, y ha seguido lloviendo. Mientras daba gracias a Dios por los amigos y amigas con quienes me ha bendecido este año, recordé una predicción divina con la cual hoy saludo a todos y todas, en especial a ti que estás leyendo esto, para tomarla por fe como una realidad en el año nuevo. ¡Deseo que este año no haya canícula en tu vida, sino qué todo el año siga lloviendo!
Y estableceré con ellos pacto de paz, y quitaré de la tierra las fieras; y habitarán en el desierto con seguridad, y dormirán en los bosques. Y daré bendición a ellas y a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán. Ezequiel 34.25-26