Me han inquietado, en este contexto particular de reflexión, los recientes comentarios de Alma, Dixiana, Ulises y Harlan. Y la inquietud ha refrescado nuevamente la pertinencia de ofrecer un modelo a una Latinoamérica que se ve impulsada en muchos aspectos hacia la postmodernidad.*
- Los cristianos tenemos el impresionante deber de apoyar el establecimiento de una iglesia creciente e influyente en cada rincón de Latino América.
- También debemos aceptar el reto último de alcanzar con el Evangelio a todas las naciones, y consecuentemente proponer una ética en conformidad con el Reino de Dios.
- Ante todos estos retos e intereses, y junto a las grandes necesidades y problemas de nuestros pueblos, se requiere de un ingrediente esencial: Preparar líderes íntegros y serios, que con un mensaje sano e intachable modelen la Palabra de Dios desde cualquier empresa que realicen y ante cualquier comunidad que sirvan.
Tengo la firme convicción, procuro mantener encendido el fuego, y me determino a una acción concreta como respuesta a la dirección que Dios dé a mi vida. Cuando las cosas son de esa manera, he aprendido que la pregunta «¿qué quieres que haga, Señor?» ya no es tan simple. Es seria, profunda, y cueste lo que cueste, debe también ser dinámica. Te reto a que cada día estés preguntándote sobre las convicciones, actitudes y acciones correctas hacia modelar una ética bíblica que sea consecuente con tu vocación, donde quiera que sea tu campo de acción, y ante quienes sean los que integren tu círculo de influencia… y me cuentas…
*Se dice que mientras en la modernidad los jóvenes requerían «argumentos razonables», en la postmodernidad responden a «modelos imitables».