MIGUEL, mi abuelo tenía ese nombre; y mis tres hijos también lo tienen.
Para mi, ese nombre es como una música que me impulsa a conocer al Padre, a imitar al Hijo, a empoderarme en el Espíritu… todo para que la alabanza, la honra y el reconocimiento sean para Aquel a quien nadie se le asemeja en poder y gloria, en verdad y justicia, en gracia y misericordia. ¡Él es Santo!