Creo que el Espíritu Santo continúa removiendo el polvo. Sí que lo removió. Y cuanto más se remueva, más se levantará. Esta vez lo hizo por medio de la voz profética en el mensaje del pastor Dagoberto Irías. Dios quiera permitirnos pronto, unidos también en esto, que nuestras iglesias desarrollen más y más proyectos sociales. Cada una de nuestras congregaciones debe crecer cada día en mostrar una ética de servicio integral al prójimo, digna del Reino de Dios tal como Jesucristo lo presentó en los Evangelios. La conferencia “Servicio integral… amar a la comunidad de la fe” en realidad “removió el polvo” para tomar conciencia de que ya hay una nueva hora para salir de nuestra casa y atender al prójimo que se quedó herido en el camino. Amar a la comunidad de la fe es sólo un principio, amar a quienes no pertenecen a nuestra comunidad es lo que continúa. “Obras son amores”, citó Dagoberto a Lope de Vega, “y no buenas razones”. Nuestro tiempo, nuestros recursos, y nuestras habilidades deben ser puestas al servicio del Reino de Dios… en este proceso me atrevo a agregar una interrogante de suma reflexión: ¿Qué detiene el desarrollo de un ministerio social de la iglesia hacia su comunidad externa?
Quiero anotar aquí unos párrafos de una conferencia dictada en el 2003, en la cual repasamos la teología dispensacional clásica para luego introducirnos a un “dispensacionalismo progresivo”:
El ministerio social que muchos han propuestos se enfoca en llenar alguna necesidad de la comunidad en la cual la iglesia local reside. Para ellos, este ministerio es una herramienta para atraer individuos a la iglesia. Pero muchos de estos, aunque atraídos, no llegan a experimentar la redención social en la comunión de otros creyentes. Otros proponen un ministerio social con estructura para el alto alcance íntercomunitario, pero manteniendo un enfoque no-colectivo. Tampoco esto parece honrar del todo el llamado de la iglesia a ser el lugar de redención social que solamente ella puede ser. Si nosotros, como la comunidad del Reino, continuamos trabajando en desarrollarnos como un modelo de justicia y paz social, entonces realmente tendremos sugerencias para una reforma social en nuestras ciudades y naciones. Y lo podemos hacer como Evangelismo, porque tanto nuestro mensaje como nuestro servicio pretenderían conversiones individuales y cambios sociales que irían inseparablemente “de la mano”. Si la iglesia se convierte en el taller en el cual la justicia del reino se “produce” en el nombre de Cristo, entonces el ministerio social externamente se convierte en evangelismo. Un ministerio social de este tipo, que hace trascender su modelo interno hacia fuera, explora y promueve una santidad social.
Quiero agradecer y felicitar públicamente al Ing. Dagoberto Irías. El proyecto “Salud Total” que dirige en La Ceiba es sólo un pequeño reflejo de lo que él ha mostrado que anhela su corazón. Dios te bendiga, pues aún hoy se escuchan gratitudes por todo lo que hiciste, por ejemplo, durante la emergencia por el Huracán Mitch. El Dr. Geovanny Granera, en Choluteca, va por el mismo camino. Otras de nuestras iglesias también tienen escuelas, clínicas, orfanatos y programas de prevención del VIH-SIDA. ¡Ánimo, a seguir removiendo el polvo en este asunto del ministerio social de la iglesia!