En 1988 entró en vigencia el decreto del Congreso Nacional de la República de Honduras que reconoció el último domingo de septiembre de cada año como el “Día Nacional de la Biblia”. Fue el diputado nacionalista Glen Solomon, representante del departamento de Islas de la Bahía quien introdujo la moción del decreto cuando el Lic. Carlos Montoya era presidente del Congreso Nacional y el Ing. Simón Azcona (QDDG) presidente de la República, ambos liberales. Desde entonces año con año las iglesias cristianas hacen diferentes actividades para celebrarlo, entre ellas desfilar en el centro de la ciudad, tal como lo publica La Prensa en su edición de hoy.
En el año 2000, el Congreso Nacional bajo la presidencia del Prof. Rafael Pineda Ponce aprobó por mayoría absoluta la ley de lectura de la Biblia en las escuelas públicas. Evangélicos y Católicos estuvieron atentos a que el Ing. Carlos Flores, entonces Presidente de la República, la sancionara para su posterior publicación en el diario oficial La Gaceta. El Presidente Flores nunca la sancionó, tampoco la vetó, razón por la cual tres meses después el Ministro de Gobernación debió proceder para su publicación, pero la misma nunca fue publicada.
El Ing. Leonel Ayala, quien fue uno de los diputados proponentes de esta ley, aseguró que el Congreso de la República pretendió con esta ley fomentar valores y principios, aspectos éticos y morales, “porque la Biblia enseña a vivir con un mejor estilo de vida y hacer a la persona productiva y exitosa.” Quien fuera el presidente de la comisión legislativa de educación, el diputado Miguel Rafael Madrid, manifestó a La Prensa (edición impresa del 18 de septiembre del 2000) que la instauración de la lectura de la Biblia en las escuelas vendría a ayudar mucho a que los jóvenes no caigan en los antivalores, siempre que se tenga el cuidado que la misma no contenga sesgos hacia determinada religión y no se pierda el laicismo que refiere el artículo 151 constitucional. Y este parece haber sido “el trabón”. La Constitución de la República, en su artículo 151 establece que en Honduras “la educación nacional será laica”.
Finalmente el decreto fue aprobado sin ningún voto en contra, instituyendo la lectura diaria y sistemática de pasajes selectos de la Biblia, en todos los centros educativos del país, durante diez minutos, previo al inicio de actividades académicas de la jornada matutina, vespertina y nocturna. Pero ante la controversia generada en torno a la interpretación y aplicación de aquel artículo, el decreto regula que se trate de una lectura simple, sin interpretaciones ni comentarios por parte de los maestros, para evitar “adoctrinamientos parcializados”. Además respeta que si algún padre de familia no está de acuerdo en que su hijo escuche tales lecturas, que lo haga saber por escrito a la dirección del establecimiento educativo.
Esta ley no se ha aplicado porque los ministros de Gobernación en turno no han ordenado la publicación en el diario oficial «La Gaceta».