En la modernidad la concepción del universo pasó de lo teocéntrico, sobrenatural y mágico (visión de la premodernidad), hacia lo humanista y lo científico. Los distintivos primarios del tiempo de la modernidad que está acabando son un positivismo («sí se puede»), un evolucionismo («yo soy parte de una humanidad que se encamina hacia la perfección») y un objetivismo («lo veo así porque la ciencia me lo muestra y la tecnología me lo facilita»). Todo esto apunta a que el ser humano ha intentado ser racional y poderoso para lograr su redención por sí mismo. No necesita de la fe, sus manos -y su cerebro- le son suficientes. Para el hombre modernista, la razón lo explica todo.
Pero, ¿qué le sucedió a ese horizonte utópico y perfecto que vislumbraba el modernismo racionalista? Las guerras mundiales, la guerra del golfo, el terrorismo en general, cuestionan y muestran el fracaso del modernismo. Los cambios por los cuestionamientos de Nietzsche, Einstein, Thomas Cum, el positivismo lógico de Wittgenstein, la perestroika de Gorbachov, y ya no digamos el muro de Berlín… todo esto apunta a que el modernismo fue un fracaso.
A Honduras como a otros países latinoamericanos «premodernistas» llega ahora un postmodernismo…