En el siglo II de nuestra era, el gnosticismo penetró en algunas iglesias cristianas y llegó a proponer interpretaciones peligrosas que estuvieron muy cerca de triunfar sobre la sana doctrina. Pero la iglesia fiel, con la ayuda prometida por Jesucristo, salió avante con la influencia de La Palabra.
Gnosticismo asceta
«Gnosis» es una de varias palabras griegas que usualmente se traduce como “conocimiento”. Según los gnósticos, su doctrina era una “gnosis” especial, reservada para quienes poseían verdadero entendimiento. En términos generales, los gnósticos hacían énfasis en que todo lo que fuese materia era necesariamente malo. Eso incluye al cuerpo humano. El ser humano, para ellos, es un espíritu eterno que de algún modo ha quedado encarcelado en este cuerpo malo. El gnosticismo habla de una salvación que consiste en escapar de este cuerpo y de este mundo material. Entre otras cosas, el gnosticismo da espacio a la reencarnación temporal, mientras el espíritu, intentando de cuerpo en cuerpo, va buscando su final liberación.
Gnosticismo doceta
En lo así llamado gnosticismo cristiano, se presenta a Cristo como un mensajero que transmite la “palabra clave” (mantram) de liberación. Según los gnósticos cristianos, Cristo nos recuerda nuestro origen celestial, dándonos el conocimiento secreto (gnosis) que nos permite regresar a la habitación celestial que es la meta de nuestro espíritu. ¡Herejía!, fue lo que dijo la iglesia fiel de aquella época. ¿Lo diremos también nosotros?
Es aquí donde el pseudo Evangelio de Judas que ha presentado la NGA, da lugar al gnosticismo y no al cristianismo bíblico e histórico. Judas ayuda a liberar al Cristo mensajero del cuerpo malo que le atrapa. Es más, por eso mismo del «cuerpo malo» es que la mayoría de los gnósticos cristianos pensaba que Cristo no podía haber tenido un cuerpo como el nuestro, o al menos que no pudo haber resucitado con un cuerpo físico. Otros llegaron al punto de negar el nacimiento de Jesús. Estas falsas doctrinas se conocen como “docetismo”—de una palabra griega que quiere decir “aparecer”—, pues lo que implicaban era que el cuerpo de Jesús era pura apariencia. A ellos está dirigido 1 Juan 4.3.
El “movimiento gnóstico cristiano universal” aún tiene adherentes en Honduras y en el mundo entero. En los primeros dos siglos de la era cristiana, el gnosticismo representó una amenaza seria para el cristianismo. Pero los obispos y teólogos de la época se le opusieron tenazmente, porque veían en él una negación de importantes doctrinas bíblicas: la creación del ser humano que hizo el Dios Todopoderoso, la encarnación de Jesús, la resurrección de Jesús, la segunda venida de Jesús… Los líderes eclesiásticos, los maestros de la Biblia, y todos los fieles creyentes que vivimos este perídodo de revueltas herejías, ¿enseñaremos y defenderemos que “este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”? ¡Hagámoslo!