En sus apuntes, el Dr. Neal Hegeman citó esta interrogante que han hechos algunos y que consideramos para continuar la segunda parte de este tema. “¿Es verdad que no todos los cristianos están dispuestos a defender La Verdad con todo su ser?” Pues creemos que hay algunas razones por las que un testimonio puede ser débil al momento de defender La Verdad:
- Por no ser cristiano, genuinamente convertido.
- Por no estar convencido de que la verdad es absolutamente cierta.
- Por no conocer la verdad y estar equivocados.
- Por no obedecer la gran comisión.
“No testifican porque no son cristianos” sólo puede ser resuelto cuando se nace de nuevo espiritualmente. Todos somos criaturas de Dios, pero un hijo de Dios según Juan 1.12 es solamente aquel que ha recibido a Jesús por la fe. Además, el que nace de nuevo es también sellado por El Espíritu Santo y bautizado como miembro del cuerpo de Cristo, teniendo al Espíritu de Dios morando en él y Quién a la vez viene para darnos la llenura o plenitud indispensable para un testimonio firme y verdadero.
¿Estamos convencidos de que la verdad es absoluta? Si no hay certeza en cuanto a las grandes doctrinas de la historia de la creación de Dios, la relevancia de la ley moral (Diez Mandamientos), la encarnación, enseñanzas, muerte, resurrección, y reino de Cristo, la inerrancia de la Biblia, la fundación apostólica y Cristo-céntrica de la iglesia, y la redención de los pecadores por gracia de Dios, ¿cómo vamos a ponernos de acuerdo con los detalles de la vida?
¿Qué certeza tenemos de lo que Francis Shaeffer (considerado por muchos como el más grande filósofo cristiano del Siglo XX) llama, la “verdadera verdad”? Hay que estar seguros y saber por qué lo estamos. Hay que estudiar la ciencia de la interpretación bíblica y mantenernos fieles a la interpretación verdadera. Somos el pueblo de la “sola Scritura” de que la Biblia es la verdad máxima para la fe y la vida. La verdad corresponde y es fiel a la realidad de Dios y Su Revelación.
Con todo, somos atrevidos en decir que las razones mencionadas arriba son razones secundarias para no defender la fe. El diagnóstico identifica que son síntomas de algo más profundo. Nuestra opinión es que la razón principal por la cual no testificamos como debemos hacerlo tiene que ver con nuestra participación en la gran comisión que nos dejó el Señor Jesús. La esperanza para el fiel testimonio de Cristo está en vivir en el poder del Espíritu Santo. “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre nosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos…” (Hechos 1.8).
La motivación apologética es teológica y espiritual, es de Dios y vivida por los creyentes al testificar de Jesús. Proponemos, entonces, una apologética basada en la absoluta verdad del único Dios, revelada tanto en una manera general y especial, expresada en todas las relaciones de la vida, manifestada en la historia y acciones de redención, presentadas racionalmente a todos los que nos escuchan, y sobre todo basada en el mandato ineludible de cumplir la gran comisión…