«Pero Dios es muy compasivo, y su amor por nosotros es inmenso.» (Efesios 2:4, TLA)
¡Dios me ama! (Soy un pecador, pero Él me dio vida al salvarme sin que yo lo mereciera.)
¿Alcancé la salvación por medio de alguna buena obra? ¡Sí! Pero por la buena obra, completa, suficiente, total, y perfecta que Cristo hizo al sustituirnos en la Cruz. Ninguna obra mía me salva, puede ayudar a salvarme, o me mantiene salvo. Sólo Cristo lo hace por mí.
Jesucristo me salvó por Su obra, no por las mías. También me salvó para que yo ande en las obras que Él escogió. ¡Y aun andar en estas obras es por la gracia y misericordia de Dios, pues sólo Su Espíritu Santo me ayuda a andar en ellas!
Quién no ha creído en el Hijo, tampoco tiene al Espíritu morando en él. Deja, entonces, de confiar en tus obras, sino confía en Dios recibiendo al Hijo, que Él también te dará Su Espíritu para que, siendo salvo y sin que pierdas la salvación, seas capacitado a vivir conforme a las obras de Dios.
Hoy mismo puedes saber con seguridad que eres salvo (1 Juan 5:13). ¿Qué te detiene de expresarle entonces a Dios tu fe, con una oración como la siguiente? (Romanos 10:9-10).
Señor Jesucristo:
Reconozco que soy pecador, y que ninguna obra mía puede ayudar a salvarme, pero ahora creo que cuando moriste en la cruz hiciste el pago completo de todos mis pecados. Gracias por amarme y perdonarme.
Hoy deposito mi confianza en Ti, recibiéndote como mi Salvador. Ahora estoy seguro que iré al Cielo contigo. Gracias por darme desde ya la vida eterna.
¡Amén!