La libertad religiosa es un matiz importante de la cultura israelí. El Estado garantiza a cristianos, musulmanes, drusos, beduinos y, por supuesto, a judíos, la celebración de su fe. Ciudades como Haifa se vuelven insignes de una convivencia pacífica y una colaboración constante entre personas de diferente raza y credo. He disfrutado, por ejemplo, visitar su universidad y notar el compañerismo estudiantil y docente sin ninguna muestra de discriminación, odio ni sectarismo. La ciudad se engalana con su decoración compartida de símbolos judíos, musulmanes y cristianos cuando sus fiestas coinciden en el calendario.
Jerusalén es conocida como la ciudad mística-religiosa (disfruto mucho vivir aquí), y Haifa como la de la convivencia inter-religiosa. Tel Aviv, en cambio, es la ciudad de la tolerancia y a la vez del nihilismo posmoderno. Las tres ciudades ilustran la libertad de pensamiento, conciencia y opinión. Por supuesto que en Israel hay ciudades, comunidades o barrios donde predomina una cultura o religión, pero todas cuentan con la garantía de parte del estado de que su libertad estará limitada solamente por el orden y el bienestar común.
Invitado por el Rabino Yosef Garmón de la Coalición Humanitaria para Centro América, y recibido por el Jeque árabe-ismaelita de la Comunidad Drusa Kasem Bader, quien también es Presidente del “Universal Peace Council” reconocido por la ONU, tuve el privilegio de visitar un centro interreligioso en Tel Aviv, y ser uno de varios disertantes ante unas cincuenta personas de ocho diferentes religiones activas en Israel que mantienen un diálogo continuo sobre la convivencia ciudadana en paz y respeto.
Uno a la vez, los líderes religiosos compartieron una contribución al tema «Pequeña Paz, Grandes Personas». Cada quien habló desde las convicciones en su mente y la pasión de su corazón. Diferentes religiones pero todos conscientes de «quién es quien» sin pretender que alguien cambie de religión o que se unan todos bajo una «religión universal». Fue algo así como querer apreciar lo que cada quien aporta desdes su propia fe.
Cuando se me dio la oportunidad, sabiendo todos que soy un cristiano evangélico, expresé esta perspectiva basada en las enseñanzas del Nuevo Testamento:
- La paz se recibe: “La paz os dejo, mi paz os doy.”
- La paz se procura: “En cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos.”
- La paz se anuncia: “¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”
- Esperamos una gran cosecha de paz: “El fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.”